Nos llega la noticia de que las autoridades iraníes (más concretamente el asesor cultural del presidente, Mahmoud Ahmadineyad) han solicitado al disculpas públicas a los creadores de la película "The Wrestler" por "ofensas a la cultura islámica y al país".
Para quien no la haya visto, aclarar aunque sin destripar, que el personaje protagonista de la película Mickey Rourke, profesional de la lucha libre que alcanzó el culmen de su carrera luchando contra un contrincante llamado el iraní reedita, veinte años más tarde, este mítico combate para mayor gloria del idolo caído.
Y dónde esta la ofensa cultural... pues al parecer en romper el mástil donde se ondea la bandera iraní.
Más allá de que estos señores no entiendan que el cine y la lucha libre sean ficción y que romper el mástil donde se sostiene cualquier bandera no puede ser considerado como ofensa a la cultura islámica ni como ofensa al país, mi reflexión no es para ellos, sino para nosotros los occidentales.
¿Qué ocurre cuando leemos una noticia de este calibre? Creo que simplemente la anotamos como un dato curioso o una gilipollez y ahí la aparcamos.
Pero lo que deberíamos plantearnos es ¿Porqué no exigimos verdaderas noticias sobre Irán? ¿Porqué una noticia sólo es tal por lo noticioso, por la curiosidad? ¿Qué sabemos relamente de este país? Más allá de la creación o no de su programa nuclear, de ser uno de los mayores exportadores de petróleo, de tener a su población empobrecida, de que una mujer vale tan solo medio hombre, de que la justicia aplica la sharía o ley islámica, que se ejecuta en la ley del talión en los casos de daños físicos intencionados.
En muchas ocasiones no sabemos nada porque nada nos preguntamos. Nos quedamos en lo superfulo en lo anecdótico, pero sin conocimiento no hay cambio.
Por eso muchas veces no es lo que leemos lo que somos, sino más bien lo que nos preguntamos.
Las dudas son las que llevan a las ideas propias y estas a la capacidad para cambias las cosas.
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